Los gritos en el recién nacido son útiles para el desarrollo de sus pulmones. La etapa de balbuceo es imprescindible para preparar y mejorar el tono muscular de los órganos fono-articulatorios y resonadores. Estas manifestaciones ruidosas no implican peligro alguno para la voz. No obstante, no es recomendable dejar al niño gritar más de media hora.
Algunas de las pautas que debemos tener en cuenta para que sean aplicadas en los distintos entornos son:
- Cuando el niño empieza a imitar palabras que oye es cuando los padres y personas encargadas del mismo deben hablar despacio, articulando correctamente y sin esfuerzos ya que de dicho modelo dependerán los primeros aprendizajes de comunicación vocal del niño.
- No se debe imitar la voz del niño hablándole con una voz aguda. La voz hablada debe ser en el tono adecuado propio de cada persona e intensidad moderada.
- El niño no debe acostumbrarse a hablar chillando.
- No se deben imitar su lenguaje cuando éste aún no está totalmente instaurado y presenta numerosos procesos de simplificación del habla. Esto implicaría que el niño los fije más y continúe empleándolos durante más tiempo y su lenguaje oral se desarrolle de forma más tardía.
- En la lectura, se deben marcar claramente las pausas, para una adecuada inspiración y una duración de la voz controlada.
- Se debe vigilar a los niños durante el juego. Suelen ser niños muy movidos, activos, de personalidad líder y habladores, por los que durante el juego con mucha frecuencia gritan, hacen grandes esfuerzos físicos durante la fonación, suelen jugar en ambientes en los que existe polvo que reseca las cuerdas vocales y que provocan carraspeo.